¿A quién le sirve la violencia?


El inútil sacrificio de dos estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, que formaban parte de una movilización que por la fuerza tenía interrumpido el libre tránsito a lo largo de la autopista que conduce de México a Acapulco y viceversa, debe movernos a una nueva reflexión, ahora sobre la utilidad del uso de la violencia. ¿A quién le sirven estas dos muertes y alguna otra que pudiera ocurrir en estos días subsecuentes? ¿Quién dio la orden de reprimir con violencia a los normalistas? En todo caso ¿Quién infiltró a los tiradores? ¿Quién va a pagar políticamente la factura de estos innecesarios hechos? ¿Cuál orden de gobierno quedará etiquetado como represor? En estos momentos preelectorales ¿Quién sacará provecho de estos lamentables hechos? ¿Qué consecuencias se desatarán en los días y semanas siguientes en Guerrero y otros estados del país? ¿Había alguna necesidad de regresar a estos extremos que se pensaban superados?




Alguien dijo que en estos momentos el país no estaba para estas cosas. Claro que no, ni hoy, ni nunca. La situación nunca debe estar para la represión. La violencia nunca debería ser el método de solución de las cosas. Los mexicanos deberíamos apostarle a todas las opciones y alternativas antes de llegar a la violencia y sobre todo, antes de privar de la vida a alguien. Los reclamos de los normalistas y lo extremo de sus acciones no justificaba que se les hubiese disparado. Mucho menos en una entidad federativa que está gobernada por un régimen que se supone democrático. Por eso la sospecha de que el fuego pudiera no haber provenido de las fuerzas estatales, sino de elementos infiltrados que en la vorágine, dan pie a la confusión. A dos días de los hechos, las acusaciones entre estatales y federales se han recrudecido y se han filtrado grabaciones que tratan de deslindar a propios e inculpar a extraños.




En este sentido, uno de los visitadores de la CNDH dejó entrever que pudiera haber responsabilidad de agentes federales en este asunto. Material videográfico está siendo analizado para definir de donde provinieron los disparos, toda vez que además de elementos estatales, también hubo presencia de federales y de un grupo que arribó en vehículos compactos, desprovistos de uniforme e identificados por vestir playeras o camisetas blancas además de portar armas largas. Obviamente, ninguno de ellos pensó que estaría siendo grabado.




Por lo pronto, el gobierno estatal se pronunció en contra de los hechos y reiteró que este tipo de acciones no se corresponde con su vocación democrática. De inmediato fueron cesados varios servidores públicos de primer nivel y se ofreció llegar hasta las últimas consecuencias. Estas destituciones y la apresurada liberación de los estudiantes detenidos intentaba desvanecer la responsabilidad estatal, aunque implícitamente pudiera dar a entender que las corporaciones estatales si estaban involucradas. Además, es de preguntarse qué hacían los elementos estatales intentando resolver un asunto en vías de jurisdicción federal. Es probable que se les haya pedido apoyo y finalmente, hayan caído en una situación de provocación que colocó al gobierno estatal en un auténtico dilema. Es un escenario que parece conocido y que alguna vez lo vimos en Lázaro Cárdenas, Mich., cuando se decidió resolver mediante la fuerza una movilización de trabajadores mineros que no era de competencia estatal. Estos son los riesgos de realizar operativos conjuntos entre fuerzas que provienen de órdenes de gobierno distintos y que tienen origen partidista diferente. Aunque no se quiera, la suspicacia surge. Lo extraño es que los mandos de las fuerzas involucradas sigan sin percibirlo y sin asumir las precauciones necesarias para que estos hechos no se repitan. En todo caso, se trataba de dar apoyo, no de asumir el protagónico papel de represores y su consecuente costo. ¿Se tratará de un “guerrerazo”? Hay que recordar que el PRD perdió en las urnas varios estados. Solamente le quedan Michoacán –que en breve pasará a ser gobernado por el PRI-, Guerrero y el Distrito Federal. ¿Habrá alguna correlación?




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